El cuidado personal es diferente para cada persona; los alimentos que me hacen sentir llena de energía o las afirmaciones que me funcionan serán muy diferentes de lo que te funciona a ti. Sin embargo, la única pieza clave del autocuidado que es igual para todos es dormir. Así que para saber cómo el sueño mejora el cuidado personal, sigue leyendo.

Aunque sabemos que dormir es crucial para nuestra salud, muchas personas no duermen lo suficiente. Además, las mujeres son más propensas a sufrir falta de sueño que los hombres, pero, de media, necesitan dormir más debido a factores como los cambios hormonales. ¿La buena noticia? Mejorar el cuidado del sueño puede ser el paso que le falte en tu rutina de bienestar actual.

Qué es el cuidado del sueño

Si crees que el autocuidado consiste en lujosos baños de burbujas, mascarillas de lujo y alimentos saludables caros, piénsalo otra vez. La Organización Mundial de la Salud define el autocuidado como «la capacidad de promover la salud, prevenir la enfermedad y hacer frente a la enfermedad y la discapacidad con o sin el apoyo de un profesional sanitario«. En otras palabras, mientras que la asistencia sanitaria es un médico que ayuda a tu cuerpo a estar sano, el autocuidado es la forma en que tú ayudas a tu cuerpo a estar sano.

El sueño influye en todos los aspectos de nuestra salud. Por lo tanto, el cuidado del sueño es la práctica de crear rutinas en torno al sueño que proporcionen beneficios mentales y físicos. El cuidado del sueño también tiene en cuenta que el sueño requiere más cuidados que apagar el televisor por la noche y poner el despertador por la mañana.

Cómo el sueño mejora el cuidado personal

Sigue leyendo para saber más sobre el cuidado del sueño y cómo el sueño mejora el cuidado personal.

Cumple un horario de sueño

La mejor manera de poner en práctica una rutina de cuidado del sueño es crear una rutina que funcione para ti. Cada persona es diferente y, dependiendo de si eres un búho nocturno o un pájaro madrugador, querrás crear una rutina de sueño realista. Basa esta rutina en tus necesidades, horarios diarios y preferencias. Por ejemplo, si sueles acostarte tarde y no tienes que levantarte para ir a trabajar hasta las 9 de la mañana, no te fuerces a levantarte a las 7 sólo porque suene más saludable.

Lo más importante es acostarte y levantarte a la misma hora para que el cuerpo sepa cuándo debes estar despierto y cuándo debes dormir. Además, aprende a conocer el tiempo que tu cuerpo necesita dormir. Mientras que algunas personas se sienten bien después de siete horas exactas, otras se sienten aturdidas si no duermen nueve horas completas. Conoce lo que tu cuerpo necesita y establece un horario acorde.

Desconecta del día

Una vez fijada la hora de acostarte, el siguiente paso es crear una rutina nocturna que te permita dejar atrás el día. No puedes esperar llegar a casa del trabajo, cenar, hacer ejercicio, limpiar la casa y dormirte en cuanto la cabeza toque la almohada sólo porque hayas decidido que la hora de irte a la cama son las 8 de la noche. La mayoría de nosotros necesitamos tiempo para desconectar del día y entrar en un estado de relajación antes de que el cuerpo y la mente estén listos para una noche de sueño reparador.

Algunas cosas que puedes hacer para desconectar del día son escribir un diario, meditar, hacer estiramientos de yoga, mimarte con una rutina de cuidado de la piel, beber té de manzanilla, tomar CBD o leer un libro relajante (deja las novelas de suspense para el día). Encuentra lo que te relaja al final del día y dale a tu mente tiempo suficiente para relajarse y desconectar.

Crea un entorno relajante

Tu casa puede ayudarte a relajarte o provocarte más estrés. Una pila de ropa sucia en la silla o los platos en el fregadero pueden hacerle sentir ansioso por el día siguiente y causarle dificultades para conciliar el sueño.

Por el contrario, un entorno relajante puede ayudarte a sentirte tranquilo. Algunas ideas para crear un ambiente relajante son encender velas, difundir aceites esenciales, ajustar la temperatura, probar con cortinas opacas, atenuar las luces y quitar las pantallas al menos 30 minutos antes de acostarse.

Limita la cafeína y las siestas

Puesto que el cuidado del sueño no consiste sólo en hacer cambios por la noche, ten en cuenta los hábitos a lo largo del día que pueden hacerte perder el preciado sueño. Por ejemplo, esa taza de café a las 2 de la tarde o esa siesta después del trabajo pueden confundir a tu cuerpo a la hora de programar el sueño. Aunque tomar una taza de café o té por la mañana puede ayudar a algunas personas a pasar el día, es posible que quieras deshacerte de la taza de la tarde.

Cuando se trata de cafeína, cada cuerpo reacciona de forma diferente, así que averigua cuándo tomar tu última taza antes de que afecte a tu sueño. También puedes jugar con la diferencia entre el café y el matcha en lo que respecta a la calidad del sueño.

Sé constante

Mientras encuentras una rutina que te funcione, ajusta tu rutina «ideal» con lo que sea más realista. Nadie va a ser perfecto el 100% de las veces, pero tu objetivo debe ser esforzarte por conseguir una rutina realista y saludable que pueda seguir con regularidad y cumplir la mayoría de las veces.

Cuando tu horario de sueño, tu rutina nocturna y tus hábitos diarios son coherentes, tu reloj interno sabe cuándo debes dormirte y despertarte. Cada persona se relaja y se cuida a su manera, y cada cuerpo tiene necesidades diferentes. Así que hagas lo que hagas para desconectar, crear un ambiente relajante y descansar toda la noche, sé constante.

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