Cuando se trata de salud y forma física, añadir nuevos hábitos a tu ajetreada vida puede ser todo un reto. Tanto si estás intentando cuadrar las invitaciones de boda y las vacaciones de verano como si simplemente quieres disfrutar del sol con los amigos, el verano puede ser una de las épocas más ajetreadas del año. Para aquellas de nosotras con calendarios repletos que también queremos estar lo más sanas posible, es mucho más realista comprometerse a dejar atrás hábitos a los que hay que renunciar para estar en forma en lugar de adoptar otros nuevos.

La buena noticia es que, a veces, estar en la mejor forma de tu vida no tiene tanto que ver con lo que debes hacer como con lo que no debes hacer.

En primer lugar, definamos lo que significa estar «en forma». Independientemente de lo que solía significar, nos gustaría rebautizarlo como «estar lo más sana posible«, que es diferente para cada persona. Estar en la mejor forma de tu vida no es un número en una báscula. Al fin y al cabo, una determinada talla de pantalones nunca podría ser lo suficientemente poderosa como para darte ese resplandor iluminado desde dentro y esa energía ilimitada.

Hábitos a los que hay que renunciar para estar en forma

Dicho esto, despídete de estos hábitos a los que hay que renunciar para estar en forma.

Trasnochar

A veces, no puedes evitar darte un atracón de la última serie de Netflix, pero sacrificar el sueño para ver «solo un episodio más» afectará a tu cuerpo mucho después de que hayan pasado los créditos. La falta de sueño puede provocar antojos innecesarios, afectar negativamente a tu metabolismo, aumentar el estrés y hacer que te sientas menos motivado para poner tu cuerpo en movimiento al día siguiente.

Para priorizar el sueño, trata de establecer una rutina a la hora de acostarte, como tomar una taza de té o leer un libro, y procura apagar las luces a la misma hora cada noche.

Beber (demasiado) alcohol

Puede que sea difícil dejar pasar la tercera copa de tu cóctel favorito (sobre todo cuando llega la temporada de fiestas de verano), pero beber demasiado alcohol puede afectar negativamente a tu salud de múltiples maneras. El alcohol deshidrata y a todos nos resulta familiar esa falta de motivación o el antojo de desayunar bocadillos y pasteles después de una noche de fiesta.

Si tienes curiosidad por la sobriedad o sabes que estás mejor sin alcohol en tu vida, cambia tu próximo margarita o copa de rosado por uno de estos licores sin alcohol.

Depender de los alimentos procesados

Tanto si los llamas «tentempiés» como «comida basura», probablemente ya sepas que los alimentos procesados deberían ser un capricho ocasional y que los alimentos integrales deberían constituir la mayor parte de tu dieta.

Ahora bien, no se trata de restringir, limitar o evitar (¡toda la comida es para disfrutarla!), pero si cada comida se basa en algo procesado, congelado o con una lista de ingredientes llena de palabras que no puedes pronunciar, probablemente podrías permitirte añadir un poco más de verduras, grasas saludables y proteínas limpias a tus comidas. Cuando comes más alimentos integrales y menos procesados, puedes notar una diferencia en el estado de ánimo, la salud intestinal, la digestión, la calidad del sueño y el rendimiento físico.

Exceso de estrés

Aunque es más fácil decirlo que hacerlo, se ha demostrado que reducir el estrés tiene muchos beneficios para la salud en general. La hormona del estrés, el cortisol, puede hacer que comas en exceso (o que te apetezcan alimentos menos nutritivos), afectar a la calidad del sueño y suprimir el sistema inmunitario, todo lo cual repercute negativamente en la salud de tu organismo.

Si tu prioridad es estar en la mejor forma de tu vida, controlar el estrés es primordial. Ya sea que lo hables con alguien de confianza, lleves un diario o hagas ejercicio para aliviar el estrés, disminuirlo mejorará tu vida, tu salud y tu cuerpo.

Permanecer sedentaria todo el día

Si de verdad quieres aprovechar al máximo tu tiempo para estar más en forma, añade movimiento donde y cuando puedas a lo largo del día. Al fin y al cabo, la verdadera salud no consiste en hacer un entrenamiento intenso de 60 minutos, sino en llevar una vida menos sedentaria. Sube por las escaleras en lugar de coger el ascensor, incorpora pausas de movimiento en tu jornada laboral y camina o monta en bicicleta en lugar de coger el coche.

Saltarte comidas o seguir una dieta baja en carbohidratos

Tu cuerpo necesita comida (y mucha) sólo para sobrevivir. Necesita mucho más para moverse, pensar, etc. Si no obtienes suficiente glucógeno (energía procedente de los hidratos de carbono almacenados en forma de azúcar), es posible que no rindas bien, lo que provoca pereza y entrenamientos mediocres.

Del mismo modo, si no ingieres suficientes nutrientes (proteínas, grasas, fitonutrientes, antioxidantes, etc.), tu cuerpo no podrá funcionar al máximo, y mucho menos recuperarse de los entrenamientos y volver a trabajar duro al día siguiente.

Compararse con los demás

Las redes sociales pueden hacer que sea fácil jugar al juego de la comparación, pero es importante recordar que incluso si todos comiéramos lo mismo y nos ejercitáramos exactamente de la misma manera durante la misma cantidad de tiempo, todos nos veríamos muy diferentes porque no hay dos cuerpos que funcionen de la misma manera.

Tener objetivos es muy importante para mantenernos motivados, pero asegúrate de que tus objetivos son intrínsecos y no extrínsecos. Las personas más seguras de sí mismas saben que no necesitan ser perfectas para que merezca la pena celebrarlas, así que deja de intentar parecerte a los demás y empieza a celebrar exactamente quién eres.

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