Tanto si se trata de una pareja romántica como de una entrevista, a menudo podemos detectar las señales alarmantes a la legua, pero todos podríamos permitirnos poner el foco también en lo bueno. Ya sabes, las señales que te indican que vas por buen camino en tu salud, tus relaciones, tu carrera o todo lo anterior. Aunque podemos identificar más fácilmente el crecimiento en nuestras relaciones y trabajo, no es tan fácil medir nuestro progreso en el bienestar (después de todo, la salud es mucho más que el número de la báscula o la talla de los pantalones). La buena noticia es que el cuerpo nos da algunas pistas generales aprender cómo saber si tu cuerpo está más saludable.

Cómo saber si tu cuerpo está más saludable

A continuación, hemos reunido algunas de las señales positivas que te demuestran cómo saber si tu cuerpo está más saludable. Por cierto, éstas no son las únicas; todos tenemos cuerpos y caminos únicos hacia un mayor bienestar, pero estas pueden servir como punto de partida.

Te despiertas fresca

No hay nada como despertarse con los ojos brillantes, lista para afrontar el día. Y gracias a que te quedas dormida en menos de media hora y duermes toda la noche sin despertarte más de una vez, sentirte descansada, recuperada y con energía al despertarte por la mañana es la norma para ti.

Además, sabes que no debes irte a dormir y despertarte a horas incoherentes, ni quedarte atrapado en la rueda del hámster de instagram cerca de la hora de acostarte.

El sueño es esencial para que nuestros cuerpos y mentes liberen toxinas y se recarguen, y cuando tenemos noches de sueño agradable, cosechamos los beneficios de una mejor función cerebral, una mejor regulación emocional, un sistema inmunológico y un peso saludables, y un menor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas.

Tienes movimientos intestinales regulares y saludables

Tu horario de defecación (o la falta del mismo) es una ventana a tu salud intestinal. Es posible que hayas tenido problemas digestivos en el pasado, pero fuera los viejos hábitos, dentro los nuevos. Has dado prioridad a mantenerte hidratada y a consumir alimentos ricos en antioxidantes, antimicrobianos, fibra prebiótica y almidón resistente. Abasteciste tu cocina con alimentos como espárragos, espinacas, bayas, boniatos, avena, cebada, legumbres y fruta para ayudar a combatir la inflamación y mantener un microbioma intestinal sano.

¿Y el resultado? Tus deposiciones son normales, es decir, son blandas pero sólidas, se expulsan con facilidad y se producen con regularidad (al menos una vez al día). ¿El dolor y la hinchazón anteriores? Han desaparecido. Y como eres una persona meticulosa, llevas un diario de tus comidas para que, en caso de que aparezcan dolores abdominales, hinchazón excesiva o diarrea después de comer ciertos alimentos, puedas identificar a los culpables. Tu nuevo modus operandi: intestino feliz, vida feliz.

Si menstrúas, tienes ciclos regulares

Si hay un signo revelador de que gozas de buena salud, es que el período te visite constantemente con síntomas mínimos (léase: tus hormonas están sanas). Sabes que esto es cierto porque una vez estuviste demasiado familiarizada con los síntomas de un desequilibrio hormonal (como periodos irregulares, aumento de peso, fatiga, síndrome premenstrual, libido baja). Pero tomaste cartas en el asunto cuando curaste tus hormonas de forma natural sincronizándote con tu ciclo, ajustando tus hábitos de alimentación, ejercicio y estilo de vida según la fase en la que te encuentres.

Te habrás dado cuenta de que la sincronización de ciclos no solo mantiene tu ciclo constante, sino que también te ayuda a quemar más grasa y a desarrollar más músculo, a la vez que te anima a reconectar con tu cuerpo.

Energía constante durante todo el día

Tomar repetidamente una taza de café tras otra hasta perder la cuenta para sobrellevar la jornada laboral: Ya has pasado por eso. Pero, a medida que tu cuerpo se va recuperando, has dejado de necesitar una siesta o la cafeína de la tarde para funcionar.

En lugar de eso, has adoptado una rutina de ejercicios que disfrutas y a la que te ciñes, comes alimentos integrales y nutritivos (la mayoría de las veces) y meditas, escribes un diario y llamas a tu hermana y a tu mejor amiga para controlar el estrés. ¿Y lo mejor? Tienes la energía física y mental para hacer las cosas que quieres hacer. Superas tus entrenamientos, eres capaz de terminar un proyecto de trabajo sin distracciones  y dejas pasar las pequeñas cosas.

Tu estado de ánimo mejora notablemente

La vida no es todo sol y arco iris, pero como te has propuesto dedicar tiempo al autocuidado, a la atención plena y a conectar con los demás, no estás de mal humor constantemente, no te sientes estresada las 24 horas del día y te sientes más feliz en general.

Ya sea escribiendo un diario de gratitud, poniéndote al día con viejos amigos tomando un café, levantando pesas, asistiendo a terapia o poniendo límites a las redes sociales, notas una diferencia en cómo manejas el estrés y en tu estado de ánimo general. Sin embargo, cuando te encuentres en una temporada de dificultades, siente y procesa todas las emociones sin juzgar, practica la autocompasión y recuérdate que todo es temporal, incluidos los momentos difíciles.

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