¡Hola de nuevo! Esta es la segunda parte de la escapada que os comenté el otro día. Si Girona fué bonita, esta cala me robó el corazón. Pero vamos a ir por partes y os voy contando.

Salimos del apartamento ya desayunados y nos dirigimos a Tossa de Mar, allí compramos la comida y nos embadurnamos de crema para la excursión. Salimos desde la playa «Mar Menuda», y siguiendo la misma calle que lleva su nombre comenzamos la ruta.

Playa Mar Menuda – Tossa de Mar

Camino de ronda

La excursión dura entre una hora y una hora y cuarto que se hace bastante bien, son sobre unos 6km . Es importante llevar calzado apropiado, no nos valen las chanclas. Es un camino de ronda precioso, como la mayoría de senderos que hay por allí empiezan con una subida y cuando ya te llega la lengua al suelo, llega la bajada. Durante el camino podemos disfrutar de vistas preciosas como estas, mirad que paisajes:

Vistas del camino

Vistas del camino

¿Bonito verdad? El camino no es difícil, no es para hacer con niños muy pequeños y no hace falta tener una gran forma física. Durante una pequeña parte se va por un tramo de carretera que, a pesar de que fuera agosto, no era muy transitada

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Tramo de carretera

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Detalle del camino

Primero Cala Bona

Para llegar a la Cala Pola primero hay que llegar a la Cala Bona, que están a pocos minutos la una de la otra. Es curiosa la Cala Bona por que tienes que atravesar el chiringuito cala pola sí o sí para poder seguir con el camino. Cala Bona también es preciosa, casi casi paradisíaca, algo mas pequeña que Cala Pola.

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La tentadora Cala Bona

La tentación de quedarse allí fue fuerte, pero no más que las ganas que teníamos de llegar a nuestra ansiada Cala Pola. No nos paramos demasiado, sólo yo (no podía ser de otra forma) para echar alguna que otra foto.

Cala Pola ¡Por fin!

Caminamos unos minutos, bajamos por unas escaleras y llegamos a la cala por fin. No os engañaré, no sabía que también se podía acceder en coche, por lo que para mi gusto estaba demasiado llena. A otras calas que he ido que sólo se podía acceder a pié están mucho más vacías, por lo que la sensación de territorio virgen es mayor. No obstante las vistas son preciosas. Tiene una parte dónde da la sombra, para los que nos agobiamos con facilidad por el Sol y un chiringuito donde tomar algo. Nos sorprendió que a pesar de ser un chiringuito no nos pareció excesivamente caro. Sé que lo estáis deseando, os dejo alguna foto de la cala.

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Cala Pola – Aquí se ven las escaleritas de acceso a la cala

 

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Vista de la Cala Pola desde las escaleras

Reconozco que soy de las que les cuesta vida y media meterse en el agua fría. Realmente para mí es una pequeña tortura irme metiendo poco a poco, pero soy incapaz de meterme de golpe. En las playas de la Costa Brava no tienes mucha opción, te metes y cuando te llega a la rodilla das un pasito y de golpe te llega al pecho. Y eso me encanta. Cada año intento ir a la Costa Brava, es mi terapia personal, me meto en el agua y es como que descargo todo el estrés y cansancio allí.

Descubriendo una cueva en Cala Pola

Una vez dentro del agua, nadando hacia la izquierda se puede acceder a una cueva, que dentro acaba con una pequeña playita de arena dentro de la cueva. Es fácil acceder, pero cuidado por que está lleno de erizos, así que hasta que no lleguéis a la arena procurad no tocar al fondo no os llevéis un susto. Avisados estáis. La siguiente foto no es mía. Nos dejamos la GoPro en el coche así que no pudimos hacer fotos dentro del agua. Aún así os dejo la foto para que veáis como es la entrada.

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Cueva Cala Pola

La cala dispone de servicios públicos y ducha. Yo en cierto momento me cansé del sol, me compré un refresco fresquito y me plante en las escaleras con mi pamela, lástima que nadie me echó una foto por que me imagino divina. Desde allí las vistas son preciosas. Es un buen momento de relax y desconexión, y guardo ese momento en mi retina dónde vuelvo a veces sin darme cuenta.

La vuelta

A media tarde recogimos, y emprendimos el camino de vuelta. La verdad es que la idea de volver costaba un poco. Subidas, bajadas, daba un poco de pereza sinceramente. Una vez te pones a andar, si consigues un buen ritmo no se hace pesado. Eso sí, llevad agua por favor. Cuando llegamos a Tossa fuimos desesperados a comprarla, y una vez saciados y con la barriguita llena de agua nos despedimos de Tossa y su maravilloso encanto.

Hasta aquí mi pequeña escapada que quería compartir con vosotros. Espero que os haya gustado y que si tenéis la oportunidad visitéis la Costa Brava, que no deja indiferente.

Nos vemos en el próximo post ♥

 

 

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